La lluvia quiso aguar la ruta que Automovilia Classic Cars Events había preparado por los aledaños de la sierra madrileña y cuyo punto de origen y destino fue el Salón ClassicMadrid. Con agua, pero con buen talante, los cuarenta participantes del II Classic Madrid Tour acudieron en tiempo y forma al pabellón de Cristal de la Casa de Campo, donde desde el viernes se estaba celebrando la citada feria de vehículos históricos. Allí la organización de Automovilia repartió la documentación, rutómetro y regalitos de bienvenida, ofreció un desayuno para ayudar a calentar la mañana y dio el “briefing” informativo pertinente.
Delante del pabellón pronto se formó un variopinto parque cerrado. Seat Históricos, colaborador del evento, había desplazado desde su colección en la Zona Franca barcelonesa cinco modelos, tres de ellos los que cumplen aniversarios claves durante 2022: el 127 (50 años), el Fura Crono (40) y el Ronda (también 40). Los otros eran un 124 2000 FL-90 y el 850 Coupé que Javier y Leticia saborearon con ilusión.
Junto a ellos fueron sumándose los Morgan Plus 4, Mercedes 200 S “Pontón”, Porsche 911, 968, 928 y 944 Cabrio, BMW Z1 y Serie 3, Bentley S1, Volvo 122, Renault 5 y 15, VW Escarabajo, Fiat Panda Sisley, Toyota Celica y Land Cruiser FJ80, Rover 220 GSi, Mitsubishi 3000 GT, Opel Kadett…
Divididos en tres grupos, cada uno arrancó la ruta con una cadencia de veinte minutos. Por motivos de aforo y aún sanitarios, la organización trató de evitar así la aglomeración en la primera parada de la jornada, el Museo Eduardo Barreiros, en Valdemorillo. Inaugurado en 1998, en el interior de un moderno edificio de hormigón y enormes cristaleras pudimos ver y recibir las explicaciones pertinentes de los camiones Saeta, el prototipo militar “El Abuelo” con el que don Eduardo Barreiros quiso modernizar los ejércitos portugués y español en 1957, los tractores Hanomag, los autobuses, los múltiples motores Diesel y, cómo no, las grandilocuentes berlinas Dodge Dart y 3700 y los populares Simca 1000.
La lluvia no daba tregua extramuros. Pero quien más y quien menos participaba motivado por sacar su clásico del garaje, conducirlo y, por supuesto, compartir la experiencia con el resto de la compañía. Afinado para participar en rallyes de regularidad, el Ronda Crono 2.0 que Jesús Bonilla, nuestro compañero de la revista Motor Clásico, compartía con Isidre López, responsable de Seat Históricos, se desenvolvía con soltura en una carretera mojada y con bastante tráfico mañanero. Si como turismo familiar cumplía todos los requisitos, era amplio y cómodo, las dotes deportivas que auguraba su apellido Crono quedaban lastradas por un tren delantero demasiado pesado y dominante. En este caso, una geometría ligeramente revisada por los chicos de Seat Históricos y un tarado de la amortiguación más firme obran ahora el milagro de poder sacar partido con garbo a los 120 caballos trotones del motor biárbol.
A media mañana, Javier y Angel ya llevaban más de seis horas dentro del pequeño BMW Z1. Habían salido de Zaragoza a las cuatro de la madrugada solo para participar en la ruta y regresar por la tarde. A Dios gracias, decidieron cambiar a última hora el Alpine A110 por el llamativo roadster alemán, más moderno y práctico. Evidentemente, Javier no quitó la capota en ningún momento, pero sí llamó la atención de propios y extraños cada vez que salía y entraba al coche, con las características portezuelas del Z1 de apertura descendente.
Luis Alarcos hizo otra machada similar, pero desde Valladolid. Acompañado de su risueña hija, a la que trata de inculcar su afición, acudió en esta ocasión con un impoluto Renault 15.
El viaje continuó entre las estribaciones de la sierra madrileña y la cuenca alta del Manzanares. Cada uno a su trantán, sin más premisa que conducir por el placer de hacerlo, y no perderse, la caravana animó la mañana gris a su paso por San Lorenzo del Escorial, Guadarrama, Becerril de la Sierra. Los de los dos Morgan aguantaban bien el ritmo sosegado, tratando de que los pequeños parabrisas no se empañasen demasiado. Igual que Valentín y Dolores con uno de los coches más veteranos, el Mercedes 220 S de 1958, y Miguel Angel y compañía al volante del elegantísimo Bentley de 1959.
Después de pisar literalmente las faldas del castillo de los Mendoza (siglo XV) en Manzanares el Real, la ruta continuó zigzagueando hacia Miraflores de la Sierra y se detuvo en la villa de Bustarviejo. En su céntrica plaza de la Constitución, frente al ayuntamiento, llegaron y aparcaron todos los coches. A media mañana, era ya momento de reagruparse y tomar un aperitivo que ni la persistente lluvia logró aguar.
El último tramo hasta la zona sur de Madrid transcurrió más rápido. Había que llegar a Alcorcón, comer y regresar a la Casa de Campo para echar el resto de la tarde visitando con calma el salón ClassicMadrid. Era el punto y final a una jornada intensa y que la climatología quiso deslucir.
A los zaragozanos del BMW Z1 todavía les quedaba el viaje de regreso a la capital aragonesa. Y, como no podía ser de otra manera, la apócrifa “Ley de Murphy” volvió a refrendar sus dislates: el cielo se despejó por la tarde y el sol despuntó con sorna. Así son los caprichos de la naturaleza, y así lo confirma otro de esos dichos populares: nunca llueve a gusto de todos.